¿Por qué estoy triste? El Duelo Migratorio



Años atrás, el 31 de diciembre a las 12 de la medianoche muchos salían con su maleta por la calle con el propósito de viajar en el nuevo año que iniciaba. Otros, imaginaban que sus primeras vacaciones laborales, en su primer empleo, o en la luna de miel sería a lugares exóticos y desconocidos. Viajar era un deseo por el aniversario matrimonial o un cumpleaños. Se tenía una visión romántica a salir del país. Otros, postularon a becas de postgrado. Todos tenían en común el retorno.
Emigrar. ¡Era algo fuera de lo común! 

Emigraban  los casados con extranjeros, no radicados en el país. Empleados trasladados por sus empresas. Esa visión desconocida junto a lo compartido en las redes sociales llevó a que se creará expectativas muy altas  alejadas de la realidad. En los últimos años, aumentó el número de venezolanos que emigran, cada vez, en condicionas más deterioradas. América Latina ha sido el principal centro de acogida de los migrantes sin pasaporte, ni dinero. Familias enteras caminando por las sierras suramericanas. Otros, vendieron su casa, vehículo, bienes para comprar un boleto aéreo y llegar a Europa. 

Muchos casos, llegan personas que solo manejan la información distorsionada de algún amigo, que en ocasiones ofrece recibirles. Luego no aparece. Llegan personas más vulnerables: abuelos solos, casos de menores de edad. 
Si bien es cierto, que hay un gran número de personas que no investigan en fuentes oficiales y basan sus decisiones en comentarios de desconocidos en las redes sociales. La desesperación nubla el juicio. En Venezuela cada hora es más difícil comprar alimentos o medicinas. La delincuencia sigue su apogeo.

A pesar de ello, los sentimientos encontrados (tristeza, felicidad, rabia, desesperación) cuando se decide emigrar son comunes. A medida que se acerca el día de la partida. El miedo aumenta. Hay personas que rompen en llanto al cerrar su casa o salir de su ciudad o pueblo. Las ansias de emigrar se traduce en ansias de solucionar. El emigrante cree que al llegar al nuevo país los problemas desaparecen. Casi de forma mágica. La búsqueda de empleo es cuesta arriba sin y con papeles. 

El tener la misma cultura y lengua permite una transición un poco más fluida que al emigrar a un país de otro idioma. Sin embargo, la angustia se hace presente por un gran periodo de tiempo, dependiendo del nivel de vulnerabilidad. El no saber cómo y dónde se vivirá, hacer frente a los pagos de alquiler, alimento, pasajes, servicios públicos. Cuestiones que no se valoraron en su momentos lleva a sufrir de insomnio, con interrupciones del sueño, que impiden un despertar descansado. A eso, se suma el vacío, soledad, sentimientos de culpa en aquellos que no tienen a nadie más. Incluso, personas que están con miembros de su familia desarrollan ansiedad. 
Al principio se aprecia la belleza del nuevo lugar de residencia. Sin embargo, aprender el valor de las cosas, ubicarse en la ciudad, conocer las estaciones y la forma de vestir. El sistema de transporte. Qué alimentos comprar en temporada. Cambios que dentro de Venezuela no generarían estrés, ahora sí. En especial, no ver resultados inmediatos. El choque de las expectativas con la realidad, estimula a que aumenten los problemas familiares o de pareja, si los hubo en Venezuela. 
La sensación que es temporal la emigración acompaña a muchos venezolanos. Revisan constantemente las redes, especialmente, Twitter en espera de la noticia que les llevará de vuelta a la su casa, a la patria. Ésta sensación permanece en el tiempo hasta la integración del emigrante al país de residencia.

El camino del emigrante está lleno de frustración, soledad y angustia hasta que logra alcanzar pequeñas metas. Regularizar la situación migratoria, trabajar, cubrir sus gastos pero sintiendo que no es suficiente la ayuda que envía a su familia. En este periodo de duelo hemos de priorizar cubrir las necesidades propias para suplir la ayuda con la familia. Es natural, que por momentos la tristeza se presente. A medida que pasa el tiempo, disminuye el dolor. Sin embargo, si lloras con facilidad, en el día duermes, no sales y en la noche tienes insomnio. Tienes poco apetito o te das atracones. No tienes ganas de salir. La sensación de fracaso se mantiene acude al médico de cabecera, pide una cita con el psicólogo o psiquiatra.
Es importante que el emigrante contacte con asociaciones o compatriotas. Personas, aunque desconocidas, son el ancla con lo conocido. Aquellos que han pasado o conocen el proceso de emigrar. No como proyecto de vida, sino empujados por la situación.
Limita el tiempo en redes. No sigas a personas problemáticas. Huye de la polémica.
Limita el tiempo de la tv
Comparte con vecinos y compatriotas. Si no conoces a alguien. Ofrecete en un voluntariado. Es importante tener redes en la comunidad. No te aisles.
Haz ejercicio.
Escribe un diario. En este viaje es importante expresarse en todo momento.
No te cierres a oportunidades de generar ingresos. Usa las aplicaciones para pasear mascotas, repartidor. 
Hazte conocido en tu barrio. Conversa con el sr de la panadería o el periódico. 
Nuestra salud mental, es nuestro mejor tesoro en esta etapa. Ve a profesionales de la salud mental (médicos psiquiatras, psicólogos, médico de cabecera) si padeces ansiedad, depresión o Insomnio

Milagro Mendoza
Psicólogo
FPV 7062
@psicoauxilio
psi.milagromendoza@gmail.com


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